Y alguna que otra vez se nos ocurra la genial idea de echar de menos.

No pienso que te vas por la tangente.

A menudo me decían que al hablar de ti se me cambiaba la cara, que me brillaban los ojos y se me subían los mofletes al cielo.
Nadie entendía porqué, si siempre has estado lejos.
Excepto cuando te sentía cerca.
Y ahora ya no. Vives ausente, en tu mundo. Con tus cosas y tu vida.

Que no eres saludable opinas.
Así te autodefines. Y te creo, pero si de mi dependiera, no sabría como hacerlo. Eres tan peculiar que no tengo palabras. O demasiadas. Solo una, distancia.
Has desaparecido y yo sigo viva.
Y estoy orgullosa de mi.
Aún puedo decir que soy feliz.
Debo de reconocer que sigo llorando a menudo, llevabas razón. Créeme, tu no tienes la culpa.
No te castigues, aunque dudo que lo hagas.

Prevengo.

Tú.
Perplejo, mirando la vida desde el bus.

Hay cosas que pasan y como ya hice una vez, cruzaré los dedos.

Un esbozo inacabado

Me defino como un estampado floral, una textura rugosa o incluso como un pantalón desteñido. Una mancha de café en la camisa, camisa a la que le falta algún que otro botón de alguna que otra noche de pasión.